
De la conquista a la transformación
Analizando la evolución del ser humano se puede comprobar como a lo largo de la historia el hombre ha poseido la necesidad de conquistar.
Los grandes imperios se consolidaron mediante la conquista. Así desde Alejandro Magno hasta el Imperio de Español, con especial hincapié en el el Imperio Romano, el hombre se ha valido de las armas y los ejércitos para conquistar y someter a otros pueblos.
Y no solo si se trata de mirar territorios o poblaciones, el hombre en su adquisición de conocimiento también se ha movido desde los mismos postulados tratando de conquistar conocimientos.
El motor que ha regido todo este movimiento ha sido la fuerza, ya fuese militar en los primeros ejemplos o de voluntad y tenacidad en los segundos.
Sin embargo, en el estado actual de la humanidad ya no se puede seguir en clave de conquista, sino que donde se puede encontrar el siguiente paso evolutivo, ha de ser en la transformación de todo aquello que se ha recibido.
Esta transformación ya no se hace desde “tengo que…” sino desde el «elijo», puesto que ya incorpora el mayor regalo que posee el hombre que es la libertad.
Desde este momento, en las relaciones personales no se trata de conquistar, sino de conseguir la propia transformación al estar con la otra persona e invitar, de manera, absolutamente generosa e incondicional, a que la otra persona también pueda evolucionar en el contacto con nuestro Yo.
Esto se encuentra ya en los trabajos de
Otto Scharmer
y en el libro de David R Hawkins