Segundo orden de ayuda: Respeto al destino del otro

Segundo orden de ayuda: Respeto al destino del otro

El Segundo orden de ayuda establecido por Bert Hellinger de los cinco que él describe se puede denominar como respeto al destino del otro

Segundo orden de ayuda: Respeto al destino del otro

No se puede vivir la vida del otro

Puede resultar tentador tratar de vivir la vida de los otros. Eso conlleva el riesgo de no vivir la propia y de restarles a los otros la posibilidad de que se enfrenten a su destino. No estamos capacitados, ni siquiera, para vivir el destino de nuestros hijos y, mucho menos, el de nuestros padres.

No existe ni la buena ni la mala suerte

Un cuento

No existe ni la buena ni la mala suerte y quien mejor recoge esto es el sacerdote jesuita que pasó muchos años en la India, Carlos Gonzalez Vallés en un precioso cuento:

En una remota y pobre aldea de China vivía un labrador muy humilde acompañado por su único hijo.

Como ese año había llovido poco se había agravado su situación, pero también la de los animales que vivían en la montaña. Por ello y, en busca de agua, una mañana un precioso caballo silvestre entró en el establo para saciar su hambre y sed. Al verlo el hijo del labrador cerró la verja para poder quedarse con tan magnífico animal. La noticia corrió como la pólvora por toda la aldea y los vecinos, no sin envidia, le repetían al anciano la buena suerte que este había tenido

A lo que el anciano se limitaba a responder ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Se verá.

Por un descuido con la puerta de la verja el caballo se escapó a la mañana siguiente. Aliviados, porque a su vecino le había vuelto a llegar la misma desgracia en la que vivían ellos, los aldeanos se burlaban del anciano insistiéndole en la mala suerte que habían tenido.

A lo que el anciano se limitaba a responder ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Se verá.

Sin embargo, a los pocos días el caballo volvió, pero esta vez con toda la manada para mostrarles el lugar donde él había encontrado alimento y agua en abundancia. Así que entraron en el establo varios magníficos ejemplares acompañados de muchas yeguas con sus potrillos.

Los aldeanos, de nuevo corroídos por la envidia, llenos de rabia, volvían a gritarle al anciano la suerte que este había tenido.

A lo que el anciano se limitaba a responder ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Se verá.

Al día siguiente el hijo del anciano trató de domar al primer caballo que vino para que no sintiera de nuevo la necesidad de escapar. Pero ese caballo era todo un líder y no deseaba ser montado, así que tiró al joven de su montura. Este cayó al suelo y se rompió la pierna.

Los vecinos volvieron a alegrarse con esta desgracia ajena. Pasando por delante de la casa del anciano le gritaban con sonrisa burlona, insistiendo en la mala suerte que este tenía.

A lo que el anciano se limitaba a responder ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Se verá.

Pocas semanas después estalló una guerra en el país, El ejercito llegó a la aldea con la orden de reclutar a todos los jóvenes que estuvieran en disposición de caminar y luchar. Así se llevaron a todos los muchachos del pueblo, menos al hijo del anciano que seguía con la pierna herida.

Los padres de todos los jóvenes volvían a maldecir su desgracia y miraban con envidia al anciano gritándole la buena suerte que le acompañaba.

A lo que el anciano se limitaba a responder ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? Se verá.

Una reflexión

El cuento es suficientemente explícito, como para mostrar que nadie puede tildar las circunstancias de los otros como afortunadas o desgraciadas. No actuemos como los envidiosos aldeanos y si, en cambio, como el sabio anciano, con un Se verá

No responder a preguntas que no se han formulado

Solo se puede arreglar aquello que la persona desee arreglar

Otra de las tentaciones que puede tener aque que quiere ayudar es la de tratar de responder a preguntas que la otra persona no se ha formulado. A veces no se entiende el porqué es apersona no abandona esa relación tóxica o no deja ese trabajo degradante, etc.

Ya el hecho de considerar y emplear las palabras tóxica y degradante presuponen un juicio y una posible respuesta a una pregunta que la otra persona todavía no se ha hecho.

Todo acompañamiento a las otra persona debe tener como base las circunstancias de la otra persona para ayudarle a encararla desde aquellas herramientas que él dispone.

Otros Ordenes de ayuda

Primer Orden de ayuda: Equilibrio en el intercambio

Tercer orden de ayuda: Mantener una relación adulta

Cuarto orden de ayuda: Empatía sistémica

Quinto orden de ayuda: Amor a todo tal cual es

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