
Los enemigos de la escucha empática
Quien mejor ha definido a los enemigos de la escucha empática ha sido Marshall Rosenberg creador de la CNV.
Sin una escucha empática correcta es imposible poder tener una conversación empática y, por supuesto una sesión de coaching.
Los enemigos de la escucha empática:
Desanimarse
Cuando uno está escuchando de una manera empática y se encuentra con situaciones difíciles se puede ver arrastrado. Esto es más simpatía que empatía, pudiendo llevar al hundimiento si aquello que se le está contando resulta triste.
Aconsejar
Posiblemente, la mayor tentación de toda persona que está escuchando a otro y, más si se le está contando un problema, es la de aconsejar. Y pocas cosas pueden alejar más, dado que la persona siente que aquel que le esta aconsejando parece saber más de como solucionar su problema que él mismo. De alguna manera transmite un aire de superioridad o le dice de una manera indirecta que él no es capaz.
Aconsejar educando
El consejo llevado a la máxima expresión es, cuando, no solo se intenta aconsejar, sino que además se toma el papel de educador y se quiere instruir. Este comportamiento es muy propio de la relación padre-hijo con frases del tipo trata de aprender de esta situación… o el todavía más destructivo ya te lo dije….
Contar una historia propia
Al escuchar una historia de otra persona es muy posible que al que lo está haciendo le venga a la memoria otra similar. Para que aquel que está compartiendo su vida lo mejor que puede ocurrir es que el oyente no le comparta la historia propia.
Contar una historia propia creyendo que es de mayor intensidad
Todavía se sentirá una persona menos escuchada y más despreciada si encima se le dice eso no es nada en comparación de lo que me pasó a mi…
Corregir continuamente
Al hablar el interlocutor le corrige pequeños fallos gramaticales, errores de expresión o le completa las frases. Eso hace que la persona se sienta mucho menos escuchada.
Consolar
Otra tentación es la de tratar de eliminar todo tipo de sufrimiento, como si eso fuese posible. Con la mejor intención el que escucha puede intentar reducir, e, incluso, tratar de eliminar el dolor por el que está pasando la persona que le está contando su problema. Esto casi nunca es posible y, en la mayoría de las ocasiones es hasta contraproducente.
Quitarle importancia tratando de tranquilizar
A veces ese «compadecer» se acompaña de quitarle importancia al problema, tratado de reducirlo a la insignificancia con el fin de tranquilizar a la persona. En general esto suele tener el efecto opuesto.
Tratar de solucionarlo
En otras ocasiones la tentación es querer solucionarlo. Con esto se reduce la autoestima de la persona a la que indirectamente se la está diciendo que no es capaz de arreglar su enredo por si mismo.
Tomar la charla como un interrogatorio
Aclarar dudas fundamentales puede ser importante, pero tratar de querer saber todos los detalles mediante incesantes preguntas puede resultar molesto y la persona puede sentirse no escuchada.